LA
TECNOLOGÍA ARRANCA SUS SECRETOS A LA GRAN PIRÁMIDE
Por: Manuel
Delgado
La utilización de distintas tecnologías, como
los robots y el radar en las distintas investigaciones que se llevan a
cabo, tanto en la Gran Pirámide como bajo la Esfinge, han revelado ya
la existencia de nuevos corredores, túneles y cámaras. El director de
documentales Boris Said, quien ha trabajado con el egiptólogo John
Anthony West y el científico Thomas Dobecki en la meseta de Giza,
aporta nuevos datos que apoyan la existencia de la mítica Sala de los
Archivo, señalada por el famoso psíquico Edgar Cayce hace medio siglo.
En el año 820, el joven califa Abdullah
Al Mamún reunió un equipo de ingenieros, constructores y
lapidarios y se internó por las entrañas de la Gran Pirámide,
descubriendo para la humanidad el monumento más impresionante erigido
sobre la superficie de nuestro planeta. La ausencia de tesoros
materiales hizo que el interés por esta pirámide no resurgiera hasta
el siglo XVII, cuando John Graves (1638) empezó a sanear el
interior del monumento abierto por Al Mamún. Progresivamente,
aparecieron nuevas cámaras y pasadizos, como la primera Cámara de
Descarga, descubierta por Nathaniel Davison (1765), y otras
cuatro que aparecieron sobre la anterior cuando Richard Howard-Vyse
(1836) dinamitó esta parte de la pirámide.
Los trabajos de limpieza, tanto de la
meseta de Giza como del interior del monumento, fueron iniciados por las
tropas de Napoleón (1798) y culminados por G.B. Caviglia
(1838). Desde entonces no se ha abierto ninguna nueva cámara ni
corredor nuevos y los arqueólogos aseguran que la estructura interior
de la pirámide es conocida en su totalidad, aunque es muy probable,
como apuntamos en el número anterior, que estemos viviendo esa época
de la historia en que la Gran Pirámide desvele sus secretos tantos
siglos guardados.
A LA BÚSQUEDA DE LOS TESOROS
OCULTOS
Dicen que fue el eunuco griego Karakush
quien, siguiendo las órdenes del príncipe Dalah-Eddin Yusuf,
allá por el siglo XII, comenzó la exploración de las pirámides de
Giza, con el propósito de descubrir sus tesoros. Con ello, se
inauguraba una larga serie de prospecciones que han continuado hasta
nuestros días. Los protagonistas de cada intento, bien utilizando
instrumentos destructivos como el cincel y la pólvora, o métodos
modernos como la microgravimetría o la robótica, intentaron abrirse
camino entre los bloques de piedra, convencidos de que la Gran Pirámide
contenía cámaras aún por descubrir. El psíquico norteamericano Edgar
Cayce es uno de los personajes que más ha inspirado a quienes creen
en la existencia de estas cámaras. Nacido en 1877, desde su juventud ya
era capaz de entrar voluntariamente en un estado autohipnótico
semejante al sueño, método que empleó para diagnosticar enfermedades
y recetar remedios. El libro Misterios de la Atlántida recoge
unas 700 de sus «lecturas psíquicas», recopiladas tomando al dictado
sus visiones; éstas empiezan por la llegada de la humanidad a la Tierra
hace unos diez millones de años y terminan con el hundimiento de la Atlántida
hacia el año 10000 a.C.
Cayce habló repetidamente de Egipto
como de uno de los destinos principales de los atlantes en su huida y
como el lugar donde se depositaron registros históricos de la Atlántida.
También se refirió a tumbas y pirámides «que todavía no se han
descubierto» en ese país y remonta la cultura egipcia hasta una antigüedad
de 12.500 años, la misma fecha que Robert Bauval en Guardián
del Génesis (Ed. Planeta) calcula astronómicamente como la época
en que se diseñó el conjunto arquitectónico de Giza y que coincide
exactamente con la calculada por el egiptólogo John Anthony West,
por el profesor de geología de la Universidad de Boston Robert
Schoch, y por el sismólogo de Houston Thomas Dobecki, basándose
en diversos estudios efectuados en la Esfinge.
Según Cayce, existe una cámara o
pasadizo que va desde la pata delantera derecha de la Esfinge hasta la
entrada a la cámara de los registros. Entre 1957 y 1988, la
Association for Research and Enlightenment, (ARE), que desde 1931 ha
realizado investigaciones y difundido las enseñanzas de Cayce, patrocinó
diversos proyectos encaminados a la comprobación real de estas salas
ocultas. Las prospecciones y sondeos han dado como resultado la
localización de vacíos en el terreno, en algunos lugares referidos por
el vidente.
"UNA FUERZA QUE DESAFÍA LAS
LEYES DE LA CIENCIA"
Diversos autores como
Robert Charroux, Robert Ballard o Peter Kolosimo suponen que
tanto en Giza como en Saqqara existen cuevas y puertas ocultas y Thomas
Holland, masón de grado 33, estaba convencido de que la estructura
interior de la Gran Pirámide albergaba magníficos corredores y cámaras,
a los que se podría acceder si se retiraba el bloque de granito de la Cámara
de los Rastrillos.
El doctor Luis Álvarez, Premio
Nobel de Física de 1968, ideó un sistema teóricamente capaz de
descubrir cámaras y túneles ocultos, que se basaba en la teoría de
que los rayos cósmicos que bombardean día y noche nuestro planeta
pierden parte de su energía al traspasar un objeto. Conociendo la
densidad y el tamaño de los muros de las pirámides se podría
registrar la frecuencia de los rayos y obtener una imagen estereoscópica,
como una placa de rayos X, ya que las alteraciones indicarían la
presencia de vacíos. Colaboraron en el proyecto doce organismos
oficiales de Estados Unidos y de Egipto. El equipo electrónico fue
instalado en la cámara central de la pirámide de Kefrén y en
septiembre de 1968 se estudiaron las conclusiones obtenidas. El
resultado fue desastroso, ya que las mediciones variaban de un día para
otro. El doctor Amr Goneid, encargado del proyecto, afirmó: «O
bien se ha cometido un error considerable que podría afectar a nuestras
lecturas, o aquí tenemos un misterio inexplicable..., llámelo usted
como quiera: ocultismo, maldición de los faraones, hechicería o magia;
aquí hay una fuerza que desafía las leyes de la ciencia aplicadas a la
Pirámide y a todas las leyes conocidas de la Física».
En 1986, dos arquitectos franceses, Gilles
Dormion y Jean Patrice Goidin, obtuvieron autorización para
realizar una serie de perforaciones en el pasaje horizontal y en la cara
oeste de la Cámara de la Reina. Tal permiso fue obtenido con la excusa
de realizar un estudio arquitectónico de la Gran Pirámide, ya que
diversos indicios les hacían sospechar la existencia de salas
ignoradas.
Los arquitectos estudiaron en primer
lugar la entrada original y descubrieron varias anomalías constructivas
que hicieron sospechar que la extraña colocación de determinados
bloques podía deberse al deseo de ocultar un túnel secreto. El dintel
inferior resultó ser una sucesión de placas de piedra con un grosor
medio de 80 cm. Dichas placas no se encuentran incrustadas en la
mampostería del edificio, por lo que podrían ser retiradas sin
demasiados problemas. Entre ellas y las bóvedas hay dos bloques de
piedra, uno colocado horizontalmente y otro que reposa sobre el anterior
y que no forma parte de las bóvedas. Como la función de las bóvedas
es liberar de presiones a la superficie sobre la que se colocan,
éstas de la entrada parecen inútiles, ya que no protegen,
aparentemente, vacío alguno.
Por otra parte, la
disposición de los bloques que forman el techo de la Gran Galería, al
ser paralelos a la inclinación de la misma, constituyen un dispositivo
antideslizamiento que libera de presiones la pared norte, algo
innecesario si este muro hubiera sido macizo. Los bloques de la 5ª y 8ª
hiladas no se apoyan en el muro norte y la 7ª hilada tiene sus ángulos
s
uperiores rotos. Otras anomalías detectadas fueron que el muro norte de
la Cámara del Rey está inclinado 2 cm hacia afuera, desde el suelo
hasta el techo, y el conducto de ventilación norte hace un extraño
rodeo hasta lanzarse hacia el exterior. Calificaron también como
inaudito el que las Cámaras de Descarga reposen no sobre los muros de
la Cámara del Rey, sino sobre los monolitos de granito de la primera,
por lo que son inútiles al no descargar ninguna presión. En los
monolitos horizontales que conforman el suelo aparecen grietas al sur de
las cámaras de descarga inferiores y al norte de las superiores.
Con todos estos datos, Dormion y Goidin
elaboraron una teoría espectacular, ya que sostenían que lo que se
conoce de la Gran Pirámide sólo serían elementos que ocultarían las
cámaras verdaderamente importantes de la Gran Pirámide. Las bóvedas
de la entrada protegerían dos aberturas, el canal descendente ya
conocido y otra situada tras los bloques móviles, por donde discurriría
un canal que, pasando sobre la pared norte de la Gran Galería, iría a
desembocar en una cámara situada al norte de la Cámara del Rey. Con
ello, el canal de ventilación norte no tendría más remedio que
bordear esta cámara desconocida, resolviendo así el misterio de su
recorrido. Asimismo, la sobreelevación de la bóveda a dos aguas de la
5ª Cámara de Descarga protegería de presiones una zona donde, según
Dormion y Goidin, estaría esta Cámara Escondida. Las sucesivas Cámaras
de Descarga recibirían las presiones laterales provenientes de ésta,
lo que se traduce en las grietas que presentan y en el basculamiento
hacia el norte de la Cámara del Rey.
Alentados por su teoría, los
arquitectos solicitaron permisos para realizar mediciones gravimétricas,
que se realizaron en agosto de 1986 de la mano de la empresa francesa
EDF (que participa en la construcción del metro de El Cairo) y de la
Compañía Francesa de Prospecciones Geofísicas. Los resultados más
alentadores fueron encontrar una ausencia de masa en el ángulo noroeste
de la primera Cámara de Descarga y también, al realizar varias
perforaciones en el canal horizontal que conduce a la cámara de la
Reina, hallaron arena cristalina muy fina a lo largo de 40 cm. formada
en más de un 99% por cuarzo cuyo origen no podía ser eólico ni
provenir de la erosión del monumento.
LOS MÉTODOS NO DESTRUCTIVOS
Las autoridades egipcias
no volvieron jamás a conceder permisos para realizar arqueología de
forma intrusiva en el interior de la Gran Pirámide y los franceses
fueron, por tanto, los últimos en conseguir perforar las paredes del
monumento. Sin embargo, sus resultados animaron a una universidad
japonesa, la de Waseda, que llevaba 20 años trabajando en
Egipto, a solicitar un nuevo permiso para investigar posibles cámaras
ocultas por el sistema del escáner electromagnético. El profesor Sakuji
Yoshimura, al frente de un importante equipo de científicos,
durante los meses de enero, febrero y septiembre de 1987 consiguió,
tras numerosos registros, poner de manifiesto la existencia, a 1,5
metros bajo el canal horizontal que conduce a la Cámara de la Reina, de
una cavidad de entre 2,5 y 3 metros de profundidad. Con similar éxito,
en el ángulo oeste de la pared norte de la Cámara de la Reina se
detectó una nueva cavidad de 1,5 metros de altura por l metro de ancho
y 30 de largo, dimensiones que se pueden corresponder con un corredor
que iría paralelo al canal horizontal hasta que, al llegar a la altura
de la Gran Galería, giraría hacia el oeste.
En una segunda campaña de mediciones,
los japoneses localizaron junto a la Cámara Subterránea o del Caos una probable
habitación de 2 metros de profundidad y 2 de altura, situada unos 3
metros tras la zona oeste de la pared norte de dicha cámara. Estos
resultados fueron confirmados en octubre de 1992, cuando el profesor Jean
Kerisel empleó allí técnicas de gravimetría y el escáner
electromágnético. Además, localizó lo que podría ser el techo de un
corredor de 1,60 metros de alto, que iría en dirección
noroeste-sureste justamente desde el nicho que precede la Cámara del
Caos, y que incluso podría comunicarse con el lugar donde se juntan el
corredor descendente con el pozo de la Gran Pirámide. También situó
otra cavidad tras la pared oeste, a 6 metros de la entrada a la cámara,
que se correspondería con un pozo vertical de unos 5 metros de
profundidad y una sección cuadrada de 1,5 metros.
Pero, quizás, el descubrimiento más
importante realizado en La Gran Pirámide se deba al robot introducido
en 1993 por el ingeniero Rudolf Gantenbrink en los denominados
canales de ventilación. El mini-robot, bautizado como Upuaut II,
recorrió 65 metros por el canal sur de la Cámara de la Reina hasta
detenerse ante una puerta con dos pequeños po- mos de bronce,
posiblemente la cara de un bloque de caliza encajado. Las gestiones
realizadas por Gantenbrink para introducir otro robot dotado de fibra óptica
para captar lo que hubiera tras la puerta han sido en vano, ya que, como
en el caso de las cavidades localizadas por los franceses o los
japoneses, las autoridades arqueológicas egipcias no han mostrado ningún
interés por investigarlas. Siempre han sostenido que de la Gran Pirámide
ya se conoce todo, con el consiguiente riesgo profesional de quedar en
evidencia en caso de que algún nuevo descubrimiento desestabilice la
clasificación histórica y arqueológica preestablecida de esta
construcción. Y también, por supuesto, en caso de intentar investigar
la existencia de posibles cámaras ocultas, intentarían hacerlo a
puerta cerrada, por ejemplo, con la coartada de cerrar este monumento
durante ocho meses para realizar obras de mantenimiento...
UN GENERADOR NUCLEAR
Hace nueve meses presentábamos la teoría
de que la Gran Pirámide era capaz de generar algún tipo de energía térmica
o nuclear. Interpretando los procesos técnicos que pudieron tener lugar
allí, Alan F. Alfort en su libro Los dioses del nuevo milenio (Ed.
Martínez Roca), expone una teoría sobre la búsqueda de cámaras
secretas atendiendo a su funcionalidad y dice que dentro de la Gran Pirámide
se debería encontrar un sistema de energía integrado por una fuente de
combustible, un sistema de tratamiento, otro de dirección de la
producción y otro de control, e identifica los corredores, las cámaras,
los pozos y la Gran Galería como el sistema de tratamiento, siendo el
agua el combustible. Utiliza un diagrama para demostrar el flujo
ascendente del agua y los gases que constituyen el sistema energético
de la Gran Pirámide. La culminación de este proceso es la producción
de calor y vapor de agua, que se desplazan por un pozo desde la cámara
del fuego hasta el mecanismo de producción situado en una sala cercana
a la cúspide de la pirámide.
Según sus planteamientos, la Gran Galería
contribuye a crear el sistema de hidrógeno comprimido a gran presión,
en la Cámara del Rey se produciría el fuego y en la Cámara de la
Reina existiría una fuente de agua. En este entramado tienen especial
relevancia los llamados canales de ventilación. Hasta ahora se han
identificado como trayectos que recorrían los espíritus de los
difuntos en su complicado paso entre la vida y la muerte. Pero si
tuvieran dicha función religiosa se hallarían en todas las pirámides
y no sólo en ésta, precisamente la única a la que sus constructores
hicieron premeditadamente hermética por medio de el milimétrico acople
de sus millones de bloques. Estos canales podrían servir para trasvasar
líquidos y gases y resolverían el problema del canal norte de la cámara
de la Reina, el cual se encaminaría a la cámara del Rey. Esta
idea está aparentemente argumentada ya que, si bien no se ve la salida
de ese canal a la Cámara del Rey, sí existe la evidencia en el suelo,
cerca del sarcófago, de la prospección realizada por los árabes en el
siglo XII, motivada seguramente por la presencia allí de la
desembocadura de este canal. El que en las paredes del canal horizontal,
en el pozo o en las Cámaras de Descarga se encuentren restos de una
materia salada parece indicar que en la Gran Pirámide se produjo algún
tipo de experimento físico o químico. Descubrir su naturaleza
conllevaría la localización de las cámaras o elementos constructivos
necesarios para que se produjeran tales procesos.
GEOMETRÍA Y SIMBOLOGÍA
Por último, todos los investigadores
que hemos intentado comprender los prodigios arquitectónicos del
Antiguo Egipto hemos perseguido de una manera o de otra identificarnos
con el constructor de la Gran Pirámide. Y en este caso voy a
personalizar en mí dichos afanes, ya que descubrí hace años lo que
podría denominarse el plano original del monumento. La simbología de
la Gran Pirámide siempre ha escapado a la ciencia moderna. La palabra
casualidad ha estado presente cada vez que cualquiera de los argumentos
presentados poseía visos de exactitud. Cuando el profesor Linus
Pawling, Premio Nobel de Física, aseguró que la molécula del agua
no era H2O sino un polímero compuesto por 5H2O, y que su estructura
estaba dispuesta en forma de pirámide de 52 grados de ángulo, idéntica
a de la Gran Pirámide, hubo quienes dijeron que tal coincidencia era
casualidad. También se sigue considerando como fruto del azar el que la
cristalografía de los minerales que están en los orígenes de la vida
-el carbono puro (diamante) y el silicio (silicato a alta presión)- se
encuentre también en la Gran Pirámide. El hombre es, básicamente,
agua y carbono y su representación está en la Gran Pirámide, que
tiene precisamente el mismo número de gradas que huesos tenemos los
humanos, 206, aunque eso también se atribuya a la casualidad.
Pero todo esto no debió pasar
inadvertido a los grandes pensadores. En el frontispicio de la escuela
de Platón se podía leer: «No intente aprender filosofía
quien no sepa geometría». De igual forma, Arquímedes sólo
puso en su tumba, a modo de epitafio y colofón a toda una vida de
estudio, los símbolos de un círculo, un cuadrado y un triángulo,que
me dieron la pista para acceder a la geometría de la Gran Pirámide. Ya
el matemático John Taylor descubrió que el número Pi estaba íntimamente
relacionado con las diversas proporciones del monumento, pero volvió a
surgir la palabra casualidad. Taylor comprobó que, dividiendo la base
de la pirámide por el doble de su altura, daba el valor de Pi, por lo
que la base cuadrada del monumento tiene el mismo perímetro que una
circunferencia de radio igual a la altura de la pirámide (ESQUEMA 1).
Por otro lado, si pudiésemos introducir la Gran Pirámide en una caja
cuya base y altura fueran las de la pirámide, encontraríamos que la
superficie conjunta de las caras de ese cubo sería la misma que la
superficie de una semiesfera cuyo radio fuera el valor de la altura de
la pirámide (ESQUEMA 2). Además, dicha superficie sería la
misma que la de un cilindro que tuviera la altura de la Gran Pirámide y
cuya base estuviera formada por el círculo cuyo radio fuera, asimismo,
la altura de la pirámide. Arquímedes, que estudió estas figuras geométricas,
debió conocer las proporciones de la Gran Pirámide, ya que ésta
coincide con todos sus planteamientos. Siguiendo el desarrollo de la
teoría de Arquímedes, superpuse varios de estos prismas, de tal forma
que todos encajasen entre sí (ESQUEMA 3). En primer lugar
construí un cilindro cuya altura (BD) era, proporcionalmente, el doble
de la altura de la Gran Pirámide y cuya base circular tuviera el radio
de la pirámide. Dentro del cilindro coloqué una esfera cuyo radio era
el valor de la altura de la pirámide. Luego introduje en el cilindro un
cono, cuya base circular tenía también como radio la altura de la pirámide,
y la altura de dicho cono era el doble de la altura de la pirámide. Y
por último instalé dos pequeños conos de base circular (DEA y BCA)
con radio (r) similar a la altura de la pirámide y altura del cono (FA)
igual a la de la pirámide, y los uní en su vértice (A). Es de suponer
que ustedes no estén familiarizados ni con tantos datos ni con la
geometría; a mí también me costó asimilarlo, pero el resultado es,
como decía al,principio, introducirse en la mente del constructor de la
Gran Pirámide y en los planteamientos arquitectónicos que usó, porque
la figura que acababa de crear resolvía tanto la angulación de todos
los pasajes de la pirámide como la colocación de sus cámaras.
En esta figura de prismas superpuestos
se cumplía una relación fantástica (ESQUEMA 3), descubierta
por Arquímedes, y era que los volúmenes del cilindro, de la esfera y
del cono estaban en relación directa con los números 1, 2 y 3, donde
el 1 correspondería al volumen del cono, o a los volúmenes de la suma
de los conos pequeños, el 2 correspondería al volumen de la esfera y
el 3 al volumen del cilindro. Ya sólo me quedaba representarlo sobre el
papel, donde el cilindro se convertiría en un cuadrado, la esfera en
una circunferencia y los conos en triángulos, al representar en dos
dimensiones lo que originariamente estaba en tres. Con ello conseguía
el epitafio de la tumba de Arquímedes, que no era otra cosa que la
representación de la gran Pirámide.
Pero al plano representado le faltaba
algo. Y si la pirámide simbolizaba al hombre, al agua, al cosmos y al átomo,
sólo podía faltar la presencia del Creador, del Demiurgo al que alude
Platón, del gran ordenador y constructor, y acudí a los textos
biblicos para numerar tal idea. Allí se dice que Dios creó el mundo en
siete días y, curiosamente, si dividimos los 360 grados de una
circunferencia entre 7 nos da el ángulo de inclinación de la pirámide.
Otra coincidencia más. Con todo ello, la pirámide quedaría
circunscrita en todos los prismas antes referidos y además en un heptágono
(ESQUEMA 4). Dentro de esa figura de siete lados, los vértices
corresponderían a los días 1, 3 y 6 de la Creación biblica,
relacionando la creación del hombre con la de las fuerzas cósmicas del
cielo y las telúricas de la Tierra. Sorprendentemente, en este diagrama
apareció la Gran Pirámide, con su Gran Galería (F) que recorría
desde el vértice 3 al 7, desde la Tierra al día del descanso o
plenitud, y con todos los pasajes en su correcta medida y angulación, y
cada cámara colocada en una triple intersección, incluso la referida
al lugar donde el robot de Gantenbrink, partiendo de la Cámara de la
Reina (C), topó con la misteriosa puerta (E). Y por ello deduzco la
existencia de una cámara oculta, situada en la intersección triple
superior por encima de la Cámara del Rey (B), una hipotética cámara
cuyo descubrimiento se debería al de la geometría que utilizó el
arquitecto de la Gran Pirámide, y a la que he bautizado como Cámara
del Orden (A), en contrapo- sición a la Cámara del Caos subterránea
(D), y porque al estar escondida, su descubrimiento nos llevaría, tal y
como afirmó Edgar Cayce, a un punto «donde saldrán a la luz muchas
cosas». Cayce afirmó que nuestro fin del milenio estaría marcado
por el descubrimiento que se realizaría en la meseta de Giza a finales
de este siglo. Ya falta poco